Dark Side of The Ring - Bash at the Beach 2000
Bash at the Beach 2000…por César del Campo de Acuña
Aficionado 2000
En el año 2000, con apenas 18
años, creía que estaba en la cima del mundo. Al menos en la cima del mundo como
aficionado al wrestling en España. Si no recuerdo mal era una de las figuras constantes
sabelotodo dentro del foro del Club
Español de la WWF, aún seguía jugando con pasión en la federación virtual
WWW, compraba las cintas VHS (aún las conservo) de los últimos eventos a Cyberbob, conseguía cuanta publicación
impresa nos llegaba de importación al Fnac de Callao (mi sufrida hermana, la
que vivía en Madrid, era la que las compraba a precios astronómicos para mí y
luego las manda a casa por correo) sobre el mundo del wrestling en general y de
la World Wrestling Federation en
particular, le pedía a mis amigos que tenían Canal Satelite Digital que me grabaran los eventos de wrestling que
se emitían en los canales alemanes de deportes (aún recuerdo como la madre de
mi compañero José María hizo correr toda la cinta para comprobar que no había grabado
una película porno con nosotros allí delante de la televisión mirando Wrestlemania 2000 a toda velocidad),
jugar sin parar a los títulos de wrestling para la PlayStation y tener tanto la pared de mi cuarto como la carpeta
trufada de las imágenes más gráficas y violentas de la Attitude Era. I was a WWF Guy.
Mucha WWF, mucha WWF pero… ¿Y
la WCW qué? Pues vi y grabé todos y
cada uno de los programas que se emitieron en TeleCinco de WCW Nitro
de madrugada con el objeto de promocionar las figuras de Bandai que nos llegaron (en concreto las líneas Ring Fighters y Smash n Slam de ToyBiz
del año 1999) y aunque no tenía acceso a los eventos semanales nuevos seguía manteniéndome
al día gracias a la página web WCW
Latino (mi preferida durante mucho tiempo) y NWO/WCW Thunder! (THQ
-1999) seguía siendo uno de mis favoritos en PlayStation (y mira que el juego es malo con avaricia). Pero los
aficionados al wrestling sabíamos que la compañía de Atlanta estaba muy por detrás en términos de popularidad aunque,
siendo el típico que siempre apuesta a caballo perdedor, reconozco que aquella WCW gracias a los estupendas y detalladísimas
crónicas de WCW Latino me atraía muchísimo.
Casi tanto como la World Wrestling
Federation fundamentalmente porque no tenía manera humana de verla y mi
imaginación volaba.
Y entonces llegó Bash at The Beach 2000. 9 de julio del
año 2000. En el Ocean Center de Daytona Beach, Florida frente a más de 6000 aficionados ocurrió algo tan atípico que
los foros se convirtieron en un hervidero de comentarios. Nadie, y lo recuerdo
perfectamente, podía creer lo que había pasado. ¿Era real? ¿Formaba parte de la
historia? ¿Lo que dijo Russo sobre Hogan estaba pactado? Todas estas y mil
preguntas más se convirtieron en la comidilla del mundillo (cuanto diminutivo)
durante algún tiempo.
Si llamo la atención. Según Bischoff la controversia genera efectivo pero en este caso no fue así ya que no tardo en olvidarse (y a la postre en 2001 WCW cerró sus puertas) y aunque es uno de esos temas recurrentes sobre los que se escribe y habla bastante no ha terminado de cuajar dentro del imaginario colectivo de la historia como un punto y aparte como el Screwjob de Montreal (que en definitiva es lo que buscaba este “stunt” en Bash at the Beach 2000) por lo que me sorprendió ver que Dark Side of The Ring le dedicaría un programa entero (en concreto el noveno de la cuarta temporada, emitido originalmente el martes 1 de agosto de 2023) pero sí se ocuparon en estirar el chicle de The Plane Ride from Hell durante todo un episodio esta historia también podría funcionar.
El programa
Para todos los que a finales de
los 90 y principios de los 2000 éramos aficionados al wrestling y estábamos entre
los 16 y los 19 años este episodio, solo por el factor nostalgia, nos va a
gustar. El aspecto del público, la música, los colores, los luchadores…todo
grita: ADOLESCENCIA y por aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor vas
y te quedas pero rápidamente te das cuenta que las dramatizaciones de este
episodio en particular lucen fatal (esos pelucones en los actores que encarnan
a Eric Bischoff y Vince Russo junto al Hulk Hogan de los 20 duros resultan
especialmente risible) y que la historia en si no tiene ni chicha ni limoná
como se dice popularmente.
Pasan los minutos en una gran
nada divertida. Nada porque no hay demasiado que rascar. Todo resulta
profundamente evidente. Divertida porque las dos cabezas pensantes tras aquel
desastre quedan como el par de estúpidos que en realidad son. Vince Russo fue, es y será una de las
mayores enfermedades que ha tenido el wrestling profesional en su historia. Su
estilo crash tv es producido para gente con serio déficit de atención y si
llego a sobresalir es porque todos sus efluvios creativos pasaban por el filtro
de Vince McMahon y Pat Patterson. Dejando a un lado sus “Bro”
queda como un estúpido (y un cobarde a los postres) cuando menciona que lo que
le hizo saltar a WCW fue cuando Vince McMahon le dijo que ganaba el
suficiente dinero como para contratar a una niñera mencionando que eso no se le
dice a un hombre italiano (de pura cepa oigan) como a él cuando todo el mundo
sabe que no tuvo el coraje de decirle nada a Vince a la cara presentando su
despido por teléfono.
Bischoff es otro que tal. Si realmente en 1994 pensaba que Hulk Hogan cambiaría la dinámica de WCW es que es más tonto de lo que
pensaba. La carrera de Hogan hasta
el NWO fue un desastre (¿Alguien ha
dicho Dungeon of Doom?) y eso es un
hecho. Bischoff por otro lado echa
balones fuera en este programa, como casi siempre, y argumenta que si no pudo
competir al final con la WWF de Steve Austin y The Rock es porqué le faltaban fondos. Esto lo dice el mismo tipo
que estuvo gastando dinero de Ted Turner
como un marinero de permiso durante dos años arrastrando el roster más grande
de luchadores bajo contrato de la historia del wrestling moderno.
Menudas dos patas para un banco
para la pobre World Championship
Wrestling de finales de los 90. Si a eso le sumas el ego del mentiroso patológico
de Hulk Hogan y el agujero negro en términos
de carisma que eran algunos de los luchadores elegidos para sustituir a las súper
estrellas del pasado (por más que en lo personal me guste Jeff Jarrett no es un luchador sobre el que construir nada) solo
puedes decir que mucho duro aquella WCW hasta que fue comprada por prácticamente
nada por Vince McMahon en el año
2001.
Ya les digo que como vehículo nostálgico
el episodio funciona como un tiro y divertido es un rato por lo incongruentes,
mentirosos e incompetentes que los dos protagonistas del mismo son a los ojos
del espectador a pocas luces que este tenga pero como historia no vale mucho ya
que tampoco la llevan a una resolución satisfactoria y terminan en un juego de
yo dije qué o esperaba tal que por momentos resulta frustrante.
Siendo este capítulo el único de
esta temporada que no está dedicado a un luchador en concreto o a una familia
resulta, a grandes rasgos, decepcionante pero como ya he dicho con anterioridad
hasta en dos ocasiones es entretenido.
No esperaba ni más ni menos pero
la confirmación de que tanto Vince Russo
como Eric Bischoff son unos
incompetentes dentro de la industria no tiene precio (siendo precisamente lo
más divertido que son ellos mismos, por medio de sus palabras los que se
descubren como unos estúpidos universales).


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